El pirata valiente reaparece 30 años después de ser editado por SM en los «Duros del Barco de Vapor» y de haberse convertido en un cuento bien conocido que ha dado lugar incluso a espectáculos teatrales, como los de La Carreta Teatro. Es un cuento escrito por el uruguayo Ricardo Alcántara e ilustrado por el argentino Gusti, ambos establecidos desde hace décadas en Cataluña. Escrito en pareados, siete escenas nos hablan del valiente pirata Juanito que hace todo aquello que los conocedores de historias pueden esperar que hagan los piratas mientras surcan los mares, con dinámicas y divertidas ilustraciones que lo muestran en imágenes de página o doble página sobre fondo blanco, azul o aunados en la circunferencia de una catalejo. Pero de pronto el pirata detiene sus variadas actividades y nos mira de frente escuchando atento el texto de la voz materna que le llama a merendar. La acción se acelera entonces, cuando el disfraz queda esparcido por el suelo mientras el niño corre hacia la derecha, baja la escalera y finalmente se remansa, sentado en la mesa con una buena merienda reparadora.

En el tiempo transcurrido desde la aparición de esta obra hemos visto aparecer otros álbumes que se basan en la irónica irrupción repentina de la realidad infantil en el imaginario de ficción. Lo hace, por ejemplo, Barbaro, de Renato Moriconi, también recomendado aquí. Pero, realmente, El pirata valiente no ha envejecido ni un ápice en su disruptiva sorpresa, ni tampoco en la lección expresiva de sus imágenes. Una buena fusión de texto-imagen que nos sitúa, primero, a la altura impostada de las expectativas del juego infantil y, al final, en el retorno a la cotidianidad más primaria del goloso sustento. Hoja de cartón grueso, imágenes claras, texto sonoro, una historia sencilla y la identificación inmediata de los niños sitúan el libro a la altura de los pequeños, mientras que tira de ellos para aprender a reír con el juego contrastado entre dos realidades coexistentes.

Teresa Colomer