Ungerer, Tomi
El ogro de Zeralda fue publicado en 1963, el mismo año que Los tres bandidos, el famoso álbum del mismo autor, pero por algún misterio editorial, no ha sido nunca publicado aquí hasta ahora, aunque sólo lo ha hecho en castellano. Como en Los tres bandidos, los protagonistas malvados serán civilizados por una niña: allí era Úrsula, deseosa de aventuras e intrigada por la finalidad de tanto robo, y aquí es una valiente Zeralda que alargará su cautiverio hasta pacificar al ogro como toda una Sherezade de Las mil y una noches. En lugar de hacerlo explicando cuentos, lo conseguirá cocinado buenos platos que acabarán por cambiar el gusto del ogro por la carne infantil, pero el caso es que le sadrá tan bien que acabará también conquistando su corazón. El matrimonio de Zeralda y el ogro pone el punto final convencional de la historia. O no, porque en un travieso detalle totalmente propio de este autor, en medio de la plácida imagen familiar del final, uno de los hijos oculta unos cubiertos en la esquina mientras contempla a su hermanita recién nacida. Puede, entonces, que el apetito inconveniente de los ogros vuelva a reaparecer…
El libro merece un lugar de honor en las librerías infantiles. Negro y terrorífico en sus imágenes de ogros con grandes cuchillos, carcajadas de dientes y niños atrapados, en oposición con la plácida vida campestre de la Zeralda y su familia. Tierno y divertido en el contraste entre las malvadas fechorías de uno y la bondad de la otra. Con una expresividad notable de rostros y actitudes, rebosante de detalles a descubrir y disfrutar en cada escena y un texto a la altura, con momentos en verso como:
Cric i croc, harán los huesitos:
si yo encontrara un niño chiquito,
¡me lo comería con mucho apetito!
Una historia de voracidad deliciosa en todos los sentidos, hasta el culinario, que permitirá espantarse y reír a los niños a partes iguales.
Teresa Colomer