Modiano, Patrick
Catherine también es una obra infantil escrita por un autor literario reconocido entre los adultos, el premio Noble Patrick Modiano. Publicada en Francia en 1988 con el tituloCatherine Certitud, fue traducida al castellano como Los mundos de Catalina y publicada por SM en formato de bolsillo en 2001.
Ya sabemos que el hecho de que los buenos autores escriban para niños no es ninguna garantía de éxito. Pero aquí Modiano evoca su niñez, por lo que la proximidad de la experiencia avanza una implicación literaria de fondo que se traduce efectivamente en un estilo de categoría y «totalmente Modiano», como podrán apreciar los lectores de sus obras.
La narradora es una Catherine adulta que vive en Nueva York y que recuerda los años que pasó sola con el padre en París mientras la madre los esperaba en América. Catherine se constituye en una mirada infantil sobre unos personajes que sobreviven entre chanchullos, mediocridades y sueños, así como sobre varios escenarios y paseos. Una mirada que encuentra el punto justo de la magia y la incomprensión que tiñe la manera infantil de ser en el mundo adulto. Una mirada tras unas gafas que hacen ver el mundo con precisión o que permiten vivir en el mundo borroso de los sueños cuando se dejan de lado. Una mirada hecha de ternura y de humor sutil que se proyecta sobre unos hechos y personajes memorables en su ajustada descripción, como la del socio del padre, siempre hablando «de catástrofes, de moral y de ortografía» mientras vive de su autoimagen de poeta. Es la sonrisa de la nostalgia lo que selecciona estos recuerdos, siempre confeccionados a base de detalles y escenas delicadas: la escena de pesarse con el padre en la báscula siempre vacía de un almacén, el baile de la niña en el silencio de la escuela de baile vacía o el descenso de la calle sujeta por el padre haciendo de levantador de la pequeña bailarina.
La narración de la añoranza proyecta de vez en cuando la comprensión adulta de los hechos, pero acoge la vivencia infantil en su complejidad. Porque Catherine sabe jugar a ponerse y quitarse las gafas, a entender ya entonces la ternura desprotegida de los adultos que la rodean, mientras por otra parte acepta con plenitud el juego imaginativo de la niñez. Una “delicadeza” para rehuir los argumentos trepidantes, pero nada embarrada en la descripción pesante, ni disuelta en las nieblas poéticas. Un auténtico Modiano a la altura de los niños (y de los adultos).
Teresa Colomer