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L’univers lector adolescent. Dels hàbits de lectura a la intervenció educativa

Manresa, Mireia

Editorial: Barcelona: Rosa Sensat
Any: 2013
ISBN: 978-84-941482-3-1

Tener este libro en las manos es una buena noticia para todos los interesados en hacer que la lectura sea un instrumento de desarrollo de las nuevas generaciones. Ya hace muchos años que “lectura”, “hábitos de lectura” y “lectura de los adolescentes” se han convertido en tópicos recurrentes de iniciativas y debates marcados de preocupación social y de una cierta angustia profesional por parte de los docentes que se sienten responsables., y responsabilizados, a la vez que sin instrumentos para delimitar los problemas y poner en marcha soluciones. En el debate se han producido montones de intervenciones de niveles muy diversos. Entre las más generalizadas, unas insisten en el descenso de la lectura y, por contra, se leo ponen las que destacan el hecho de que nuestras sociedades son, cuantitativamente, las más lectoras de la historia.; otras constatan que hay una pérdida importante de grandes lectores, pero se les contesta que ahora existe una gran diversidad de formas de ocio y que el desarrollo tecnológico lleva inevitablemente a una forma diferente de leer; o también hay las que remarcan que la pérdida de lectores se produce en la adolescencia, pero a su vez se señala que los adolescentes son una punta de lanza en el uso de nuevas prácticas lectoras.
Afortunadamente, en este hervidero sobre la lectura adolescente, se van produciendo avances sustanciales que pueden hacer más tratable este tema tan complejo. Por un lado, la investigación ofrece datos en ámbitos tan diversos como el estudio de los hábitos de lectura de la población, donde se incluye la de los jóvenes, la descripción de las nuevas prácticas de lectura en las sociedades tecnológicas o la delimitación de los factores familiares y sociales que influyen en la adquisición de hábitos lectores. Por otro, la extensión reciente de evaluaciones externas y comparativas entre países sin duda ha contribuido a encender el debate y, en nuestro caso, a encender la alarma, pero, a la vez, también ayuda a hacerlo más objetivo y concreto, por ejemplo con la definición de lo que quiere decir entender un texto, con resultados contrastados sobre la influencia de la biblioteca escolar en el acceso a la lectura o la constatación de la necesidad de lectura de textos largos para alcanzar los objetivos escolares. Finalmente, las políticas educativas de la mayoría de países han podido comenzar a utilizar estos avances para desarrollar planes de lectura más eficaces para el conjunto de la población escolarizada.

En esta línea de mejora efectiva se sitúa este libro. No es un libro más sobre lo que “hay que hacer”, sino que Mireia Manresa, profesora de secundaria durante muchos años y reconocida especialista en enseñanza de la lectura en la universidad, ha partido de dos preguntas esenciales para el progreso del debate:

Una, el interrogante sobre la lectura real de los chicos y chicas de secundaria. No sobre lo que dicen que leen, según las múltiples encuestas existentes –cuántos libros, cuáles les gustan, etc.- sino sobre aquello que han leído de verdad a lo largo de tres años de seguimiento exhaustivo de ochenta alumnos de ESO: cuántos libros, de qué tipo y qué valoración realizan, para determinar tanto un retrato general como unos itinerarios diferenciados de tipos de lectores. Un seguimiento y un análisis tan exhaustivo que, a menudo, a lo largo del trabajo, los que la rodeábamos hemos bromeado sobre su capacidad de saber todos y cada uno de los libros leídos por cada alumno y alumna, la razón de la elección y la influencia del libro en el itinerario de lectura.

La otra, la duda sobre la incidencia escolar en la mejora de los hábitos de lectura de los adolescentes. Sin duda, las administraciones educativas, los docentes y los bibliotecarios escolares multiplican los esfuerzos en favor de la lectura a partir de la idea de que pueden incidir en su mejora. Pero, de hecho, existen muchos más esfuerzos que evidencias en esta cuestión. Comprobar objetivamente el resultado de la acción escolar permite obtener seguridad y, a la vez, abrir caminos de intervención más efectivos. Se trataba, por tanto, de ver si allí donde el centro educativo había implementado un plan de lectura, los chicos y chicas mejoraban significativamente sus hábitos de lectura, en contraste con las aulas donde eso no había estado previsto. Y afortunadamente la investigación de Mireia Manresa nos tranquiliza al demostrar claramente que la escuela puede incidir positivamente en la creación de hábitos lectores.

Relacionar los resultados de los dos interrogantes da aún más fuerza a la aportación. Si sabemos cómo es la lectura de los adolescentes que tenemos en las aulas, si hemos detectado los puntos fuertes y débiles de las lecturas que hacen y hemos establecido unas agrupaciones indicativas sobre los tipos de lectores, entonces los planes de lectura pueden tenerlo en cuenta para sabber de dónde parten, para establecer objetivos concretos de mejora y para diseñar instrumentos que atiendan de forma adecuada las diferentes necesidades de los lectores.

El estudio se inscribe deliberadamente en una línea reciente socioeducativa, sobre la lectura, surgida en diversos países europeos, especialmente enfocada a extraer, explícitamente, implicaciones para la programación escolar y como recurso para el fomento del hábito de lectura. En este sentido, querría remarcar que este trabajo supone una innovación importante para la bibliografía internacional sobre los hábitos de lectura adolescente y que, nada más nacer, ya ha sido merecedor de dos premios. No cabe decir, por otro lado, para todos los que tenemos la suerte de trabajar con Mireia Manresa en el grupo GRETEL de investigación el literatura infantil y educación literaria de la Universitat Autònoma de Barcelona, que el libro cuenta con el buen saber hacer de su autora: tener la vista puesta sobre en las aulas, detectar con claridad los problemas a partir de la experiencia didáctica, elegir aquello que vale la pena observar, hacerlo con rigor y sin marearse, analizar los datos sin perderse en el bosque y recorrer el conocimiento de diferentes disciplinas para relacionar los avances de manera que nos ofrezcan soluciones concretas para problemas reales.

I un problema real es la necesidad de que los jóvenes lean porque aún es el medio más poderoso que tenemos para desarrollar sus capacidades intelectuales y lingüísticas. No es suficiente que lleguen a leer de manera funcional en una sociedad alfabetizada. Jaume Vallcorba nos recuerda esta necesidad humana a través de una cita de Raymond Queneau: “Puede ser que la dificultad no sea en sí misma un síntoma de superioridad, ni que sea tampoco ninguna necesidad. Pero cabe hacer un esfuerzo para ir de menos a más. Para poder seguir el vuelo de un pájaro hay que levantar la mirada. Y eso fatiga, porque estamos acostumbrados a bajarla”.[1]


[1] Vallcorba, Jaume (2013). De la primavera al Paraíso. El amor de los trovadores a Dante. Barcelona: Acantilado, pag.100. (Traducció de l’autora)