La compilación de los dieciocho artículos que contiene este libro supone un acercamiento amplio al concepto de hipertexto para la formación del lector literario.

Hipertexto es un término que apela a varias acepciones dependiendo del campo en el que se emplee y, por tanto, a menudo provoca confusiones. Para salvar este escollo y siguiendo la terminología de Eco (2003), Mendoza establece desde la introducción la diferenciación entre hipertexto textual, o aquel texto literario impreso que incluye referencias a otros textos, texto hipertextual, un texto digitalizado que da acceso a través de enlaces a sus referentes, e hipertexto sistémico, o aquel que se da en el espacio cibernético.

Partiendo de la idea de que el lector actual está expuesto a una continua actividad lectora y de que gran parte de la efectividad de la recepción depende de la capacidad del lector de relacionar contenidos, Mendoza argumenta la necesidad de dominio del hipertexto en todas sus acepciones por parte de los lectores en formación. Este dominio y las competencias asociadas al mismo vienen dados por el entrenamiento del lector en estas formas de lectura, un argumento central a lo largo de toda esta compilación.
El libro presenta análisis y propuestas que pueden resultar útiles a investigadores o profesores interesados en analizar o aplicar modelos de lectura hipertextual en su práctica profesional. Aunque el orden de los artículos resulta algo aleatorio, se distinguen tres grandes bloques temáticos:

En primer lugar, se abordan las características de la lectura hipertextual desde el punto de vista de la recepción del lector en los artículos de Borràs (cap. 1), centrado en el texto digital, y Mendoza (cap. 3), que aborda el concepto de hipertexto en todos sus significados. Sus jugosos argumentos establecen la práctica de relacionar, comparar y establecer dependencias entre obras como estrategias imprescindibles en la formación de los lectores hoy en día.

En segundo término, se presentan propuestas relacionadas con el hipertexto textual, el tipo más abordado en esta compilación. Se analizan obras multimodales como la novela gráfica (cap. 4), el libro álbum y el libro ilustrado, como lecturas que llevan a otras lecturas y que reclaman un lector activo (caps. 5, 6 y 8). También se analiza la intertextualidad y la metaficción en novela (cap. 7), relatos (cap.12), cancionero popular (cap. 11), dibujos animados (cap.15), poesía (cap.16) y música (cap.17).

La gran diversidad de las obras analizadas y los diferentes medios de comunicación incluidos atestiguan cómo las fronteras del texto se amplían en una época en la que la educación literaria ya no se considera completa si no se presenta integrada en la cultura general. La apabullante presencia de esta perspectiva en el libro refleja la realidad de la investigación sobre el hipertexto en literatura infantil y juvenil, aún algo alejada en su conjunto del universo digital. Esto se equilibra ligeramente en el capítulo 2, que aborda el tema de la ficción hipertextual y sus posibles arquitecturas de la mano de Osvaldo Cleger.

Finalmente, se ofrecen posibles recorridos para el acercamiento en la escuela a obras a través del hipertexto y la comparación. Es el caso de la propuesta de Díaz-Plaja sobre Huckleberry Finn (cap. 9), Sanjuán Álvarez sobre los relatos de náufragos (cap.10) y Romea Castro sobre Cleopatra (cap. 13). Este bloque se completa con la aportación de Llorens García y Rovira Collado (cap. 14), que proponen la escritura colaborativa en blogs y wikis como herramienta para la educación lingüística y literaria.

En resumen, es indudable que esta amplia visión sobre el hipertexto, aun concediendo mayor importancia al hipertexto textual, ofrece claves sustanciales para abordar el tema desde diferentes ángulos, para integrarlo en las prácticas educativas, además de servir como punto de arranque para nuevos estudios que complementen este repaso en sus partes más desatendidas.