Rasmus y el vagabundo de Astrid Lindgren, es una novela que la laureada autora sueca escribió a mediados de la década del cincuenta y que este año Kalandraka ha publicado en una hermosa y lujosa edición con ilustraciones de Pablo Auladell. La novela versa sobre un niño huérfano que debe forjarse su propio camino, armado de tenacidad y paciencia, y que cuenta las situaciones que atraviesa y las personas que conoce en ese proceso, muy especialmente su relación con Óscar, un vagabundo con quien desarrolla una gran amistad. En la obra resuena la realidad de la Europa de postguerra; muchos niños como Rasmus habían quedado sin padres y una parte importante de la población había quedado sin techo y vivía como el vagabundo que acompaña el niño en su viaje. La orfandad ha sido uno de los grandes temas de la literatura infantil y juvenil, tal vez porque es uno de los temores más terribles que padecemos en la infancia o porque otorga protagonismo narrativo a los personajes infantiles. Sin embargo, a diferencia de aquellos libros que siguen la tradición de Dickens, el protagonista de esta novela no es una víctima de algún tipo de abuso, sino un individuo que desea hacerse un lugar para sí en el mundo, que desea su propio hogar, de modo que la carencia se vive como libertad para procurarse la vida deseada (cualquier semejanza con Pipi seguramente no es casual). En este sentido, se trata de una obra que presenta magistralmente una de las paradojas de los libros para niños: el representar a niños, siendo niños, en situaciones nada infantiles. Lindgren ha sido una de las autoras que mejor ha sabido capitalizar esa paradoja y este libro no es una excepción.

Brenda Bellorín