Nueve formas de NO pisar un charco es más bien un libro de instrucciones o un catálogo que una narración. Se sitúa en ese espacio imaginativo de los álbumes que, como, por ejemplo, Un hoyo es para escarbar o ¿Qué leen los animales antes de dormir?, juegan a ser libros informativos sobre las cosas más divertidas y estrafalarias. Tales como saltar charcos. Las guardas abren con el plano del pueblo con los charcos y cierran con la lavadora de ropa empapada. En medio tenemos un planteamiento ortodoxo de la situación inicial (la tormenta se ha calmado y se puede ir de paseo con la ropa nueva) y el conflicto: los charcos. Y aquí comienza el juego del libro: dirigiéndose al lector en segunda persona, como si le aconsejara, el texto muestra nueve formas de saltar un charco, una en cada doble página. No dejan de ser formas habituales de hacerlo: un paso largo, saltar, construir un camino de piedras, etc., pero aquí se hallan exageradas, ilustradas y recreadas de maneras todas diferentes y todas muy ingeniosas, con notas a pie de página y avalanchas de humor y complicidad. Y luego, claro, recuperamos el hilo narrativo para llegar al desenlace: una propuesta moral de diversión y disfrute tan expresiva que da ganas de ir a buscar un buen charco, y es que «nadie te puede quitar lo que has saltado«, una moraleja explícita que no hacía ninguna falta, pero que tampoco daña este excelente álbum.

Teresa Colomer