Tornar

Los incursores

Norton, Mary

Traductors:

Héctor Silva Míguez

Editorial: Barcelona: Blackie Books
Any: 2015
ISBN: 97884162900284
Edat: (10-12)

La idea generadora de Los incursores es una pregunta que cualquiera puede haberse hecho alguna vez: ¿a dónde van a parar todas las pequeñas cosas que estamos seguros de que hemos dejado en aquel rincón del cajón o en aquel extremo del estante? por ejemplo, todas las chinchetas, imperdibles, dedales, lápices y cajas de cerillas?. La respuesta, muy aceptable para cualquier niños, es que hay una raza de humanos diminutos que viven escondidos tras el reloj, en el agujero de la despensa o debajo del entarimado del salón. Salen solo para «hacer incursiones» en el mundo de los humanos, recogiendo lo que necesitan para vivir. Son excelentes inventores, y esta es una de las gracias del libro: el ingenio de los recursos utilizados para construir todo tipo de objetos que reproducen la vida de los humanos en una miniatura exacta de su mundo -desde la alfombra de papel secante rojo, al modo de proporcionarse agua caliente-, así como la habilidad de los diminutos para inventar formas de apropiarse y transportar los objetos, desde un sillón de la casa de muñecas a una jarrita de plata de la vitrina.
El temor más acentuado de un «incursor» es ser descubierto por un humano, ya que eso produce una ruptura del sistema paralelo de vida que conduce a todo tipo de desgracias. Una ocultación permanente que implica que la protagonista Arriette y sus padres no sepan, en realidad, si lamentablemente ellos ya son ya los últimos incursores existentes en el mundo. Pero Arriette es una chica valiente que no desea vivir siempre en la oscuridad escondida de la casa. Cuando es «descubierta» por un niño, acaba la vida estable según las normas y rutinas heredadas, pero, en cambio, se abren horizontes mucho más emocionante de conocimiento y aventuras robinsonianas. Incluso más emocionante también para sus padres, unos personajes que constituyen una delicia irónica de construcción desde el tópico británico y matrimonial y que sabrán adaptarse a todos los cambios con una secreta fruición.
Los incursores se sitúa en la mejor tradición británica de casas victorianas donde los niños se aburren y descubren la existencia de mundos misteriosos en un tiempo o un espacio diferente, mundos en los que el contacto se desliza a través de la amistad de los protagonistas con niños «del otro lado», siempre en contraposición con la alarma y prejuicios de los adultos (tal vez menos los de alguna vieja señora hospedada en el piso de arriba que ya tiene más o menos atisbos del fenómeno) y en una narración en la que el amor por la naturaleza instaura múltiples escenarios de jardines y cultivos de proximidad. En este sentido, Los incursores se alinea directamente con El jardín secreto y El jardín de medianoche o con las obras ya más alejadas argumentalmente de C.S.Lewis, Pullman, Rowling o Gaiman.
La historia de la existencia y las aventuras de los incursores es descubierta pacientemente por una niña, Kate, un personaje con el que la autora juega a ser y no ser al inicio de la obra. Un ser y no ser juguetón que siempre deja abierta la posibilidad de que en definitiva todo sea un cuento inventado por un niño fantasioso o un viejo que chochea. Un juego narrativo sólo insinuado que remite al estrecho vínculo de la realidad y la fantasía, a la tradición oral revelada y al deseo de descubrir el mundo presentes en cada niño.
Los incursores fue publicada en 1952. Obtuvo un gran éxito, con varios premios de la crítica, y se convirtió en una serie de cinco volúmenes. También pasó a las pantallas, en una serie de la BBC en 1992, en una película en 1997 y en una nueva versión en 2010, dirigida por Hiromasa Yonebayashi con guión de Hayao Miyazaki, titulada Arrietty y el mundo de los diminutos. El libro fue traducido al castellano en los años ochenta por la editorial Altea y ahora nos llega esta nueva edición que reúne los dos primeros títulos de la serie en un solo volumen: Los incursores y Los incursores en el campo. Una gran ocasión para los amantes de las buenas historias bien contadas.

Teresa Colomer