La señora de los libros ya lleva cierto tiempo en nuestras librerías. Pero aunque no sea una estricta novedad, hemos querido recomendarlo para sumarnos a la celebración catalana de 2015 como «Año de las bibliotecas». Porque el libro habla de una historia real, la de las «bibliotecarias a caballo» de la cordillera de los Apalaches en Kentucky en los años treinta del siglo pasado, como parte del programa iniciado por el presidente Roosvelt en Estados Unidos en la época de la depresión. Pero lo que cuenta no es nada diferente de las experiencias de «biblioburro» o «bibliobarca» que hemos conocido en Latinoamérica. Ni de los bibliobuses que comenzaron su labor en Cataluña, antes y durante la guerra civil, cuando empezaron a salir las primeras promociones de la Escola de Bibliotecàries, fundada por la Mancomunidad catalana en una iniciativa de avanzada modernidad hace ahora justo cien años.
La historia está contada en primera persona por un niño campesino que contempla asombrado la insistencia quincenal con que la señora de los libros los lleva hasta su casa, aunque haga frío, llueva o nieve. Así que la reticencia del chico ante la afición lectora de la hermana deja paso a la curiosidad sobre aquello que pueden tener de valioso unos libros que merecen tanto esfuerzo. Se trata de un relato bien escrito, bello y sencillo, como también son atractiva las ilustraciones que lo acompañan. Pero su gracia principal es que, siendo un homenaje deliberado, no transmite la empalagosa sensación de una lección moral. Al contrario, su simplicidad rezuma autenticidad y la parquedad expresiva de los personajes nos permiten vivir con emoción y eficacia la labor de difusión que han llevado a cabo estas profesionales entusiastas de la cultura.

Teresa Colomer