Los fantasmas no llaman a la puerta es un cuento sobre los celos y la amistad protagonizado por animales. Y ya que parece casi imposible encontrar libros que no se propongan deliberadamente ofrecer una enseñanza moral a los niños y niñas, vale más que, como en este caso, lo hagan sin perder la gracia de la historia que cuentan. En eso, la divertida historia de los celos de la marmota obtiene un excelente. La marmota es la mejor amiga del oso, pero este ha invitado a jugar a un pato, de manera que la marmota intentará cerrar el paso a la recién llegada a través de una trama muy bien tejida, con hallazgos de humor inteligente en la cadena de hechos y la lógica de los diálogos, así como con unas ilustraciones realmente expresivas. Los sentimientos de la marmota son descritos con comprensión y el prisma del humor les da el punto ridículo justo para que el lector los identifique “por encima” del personaje. El hecho de que la marmota se reconcilie con la invasión de amigos al hacerse protagonista, explicando sus estratagemas sobre la invasión de fantasmas, es una buena resolución del conflicto de sentimientos planteados. Todo el cuento destila buen humor a raudales y es una invitación segura para pasárselo bien. Y naturalmente, donde al inicio dos se estallaban de risa -la marmota y el oso-, ahora se retuercen tres, porque admitir al pato no hace sino aumentar las posibilidades de ser bien feliz en el mundo.

Teresa Colomer