El maravilloso mini-peli-coso cuenta la historia de una niña que cree que no sabe hacer nada. Pero quiere hacer un regalo de cumpleaños a su madre, así que sale a buscar un regalo mini-peli-coso según la formulación juguetona de su hermana mayor (una expresión traducida por Bel Olid del igualmente sonoro Velu -Dodu-Petit del original). La niña rondará por el barrio mientras pide ayuda en las diferentes tiendas y acumulará una multitud de pequeños objetos -un bollo, un trébol, un botón de nácar, un sello antiguo- que le servirán inesperadamente para espabilarse en la consecución de su regalo y descubrir que ha sabido hacer lo suficente y más para estar a la altura de las circunstancias.
Las imágenes amables retratan con detalle el escenario del barrio y el interior de las tiendas, unas imágenes frontales y compactas que alternan con su disgregación en diversas acciones esparcidas por la página, así como en las posibilidades imaginativas de lo que se puede hacer con un regalo mini-peli-coso, un objeto finalmente tan sugerente como poco definido, de un color rosa explosivo y fosforescente que atrae la mirada y enlaza con la chaqueta de la niña y el color del título. Un detalle curioso sobre la imagen es la noticia de que el cuchillo ensangrentado del carnicero cuando señala la niña, se ha considerado excesivo para el tono de la historia y se ha suprimido en la edición de otros países.
El relato de la búsqueda enlaza algunas respuestas de los tenderos con el siguiente intento de la niña -de modo que, por ejemplo, el juicio sobre que aquello «no tiene clase», le hace pensar en ir al anticuario que sí tiene-, pero no siempre es así, por lo que este patrón no acaba de regir la acción. En cambio, sí resulta muy lograda la atribución de una función a cada uno de los objetos recogidos, de forma que el ingenio de la niña en su uso hace que la historia anude todos los hilos y cierre redonda. Una historia llena de oralidad, imaginación, iniciativa y «buen rollo», como unas cosquillas de mini-peli-coso.

Teresa Colomer