Tornar

El jardín de medianoche

Pearcer, Philippa

Traductors:

Amalia Bermejo y Félix Marcos Bermejo

Editorial: Madrid: Siruela
Any: 2011
ISBN: 978-84-9841-525-4
Edat: (10-12)

«Si sus hijos sólo están dispuestos a legar un libro, que sea este!» dicen de El jardín de medianoche Quentin Blake y Julia Eccleshare en su libro sobre recomendaciones de libros infantiles. Un buen eslogan que la editorial Viena aprovecha, lógicamente, al facilitarnos la obra en catalán, después de casi 60 años de haber aparecido, ganado el premio Carnegie Medal 1958, pasado por las pantallas del cine y la televisión y haberse convertido en una de las obras clásicas de la ficción anglosajona de mediados del siglo XX.
Tom es enviado a casa de los tíos durante un verano para evitarle el contagio del sarampión del hermano. Los tíos viven en uno de los apartamentos construidos en una antigua casa señorial. Pronto la frustración y aburrimiento del niño cambiarán cuando el reloj de pie de la entrada toque una decimotercera hora. Esa hora mágica cruza dos tiempos que Tom traspasará repetidamente a lo largo de la obra: su tiempo lineal y el tiempo a saltos y diferentes velocidades que le permite vivir como un fantasma en el jardín desaparecido de la antigua casa. Allí se hará amigo de Hatty, una niña victoriana, huérfana y solitaria, hasta que la estudiada cronología de los tiempos mezclados se fusionen finalmente dejándolo sano y salvo en la orilla de su tiempo, transformado por múltiples aprendizajes vitales, listo para continuar su vida.
La tradición del buen hacer de la literatura infantil anglosajona está presente en esta obra que bebe, obviamente, de El jardín secreto, o también de Las Crónicas de Narnia, y que tendrá continuidad en otras bien conocidas como la serie de Harry Potter. Sin duda, la galería de personajes secundarios, la estimación por una naturaleza detallada y disfrutada a fondo o la verosimilitud de la perspectiva infantil son rasgos importantes de esta tradición compartida. Pero esta obra en concreto se configura a partir de un versículo del Apocalipsis: «no habrá más tiempo«. En esta anulación se instala la mezcla de pasado y presente y el intercambio de perspectivas respecto de cuál es el mundo fantasmal respecto de quién. Se crea así un mundo de incertidumbres conducidas con un pulso firme que no deja decaer nunca la intriga y la atracción por el sueño y el misterio. Una atracción que se extiende al hermano enfermo que recibe las cartas explicativas de Tom y que percibimos como un alter ego del lector, pendiente de la narración hasta el punto de trasladarse en sueños en un momento determinado al campo de la acción, añadiendo otra capa de perspectivas a la riqueza de niveles de esta obra que, por otra parte, se explica llanamente, sin ninguna retórica sobrante. Respiremos a fondo, porque se emerge maravillado de una obra tan bien diseñada, donde el trabajo minucioso de detalles y percepción nos lleva casi sin darnos cuenta a sentir el nivel de las emociones y afectos, así como a percibir, aún más en el fondo, la maduración de un niño enfrentado a la transformación del tiempo, esa vivencia que es la forma misma del deslizarse de la vida.

Teresa Colomer