Main, Brian
Esta versión digital de Caperucita Roja es un buen ejemplo de adaptación sencilla pero efectiva de un cuento tradicional al formato electrónico para público infantil. La estética se basa en la clásica suma de blanco y negro con detalles en rojo repartidos por todas las pantallas y que llaman la atención del lector ante ciertos elementos, como ya puede verse en numerosos álbumes ilustrados contemporáneos.
Los personajes, animados, se desplazan normalmente hacia la derecha, invitando al lector a seguirlos, de modo que sugieren una secuencia visual horizontal como si se tratase de la tradicional estructura de un libro.
Si bien las elecciones de lo visual son en su conjunto bastante acertadas, la verdadera clave de la estética de esta aplicación es claramente el lenguaje sonoro. Junto con los sonidos ambientales usuales en las aplicaciones para niños, la música ejerce aquí un papel fundamental en la narración: sustituye a los diálogos de los personajes, acompaña sus movimientos, formando así parte activa en su caracterización. Para enunciaciones más complejas y pensamientos de los personajes, el diálogo musical se ayuda de pictogramas que se enmarcan en bocadillos de diálogo y surgen secuencialmente de forma programada. De este modo, encontramos una narración que sustituye el texto verbal por otros lenguajes que finalmente resultan más que comprensibles para el lector-usuario infantil, en una conjunción eminentemente armónica.
El lector, por su parte, ejerce un papel muy controlado pero esencial en la historia: mueve los objetos y los personajes dentro de cada pantalla para que realicen las acciones que tienen programadas para ellos, ya sea recoger flores o dar vida a la conversación fatal entre el lobo y Caperucita. Dependiendo de la paciencia y el nivel de detalle con el que interactúa el usuario durante la historia, este permite que el ritmo sea más o menos pausado, y que se actualicen o no algunas reacciones de los personajes, como la risa de la protagonista o el canto del pájaro rojo que aparece en todas las pantallas.
La historia de Caperucita se presenta, así, de manera sencilla y accesible, al tiempo que se ofrece una reinterpretación original específicamente para soporte digital, sin olvidar algunos toques de humor sutil, que enriquecen las consecutivas relecturas. La pantalla final, en la que, por delante del lobo apaleado, aparecen tres cerditos con sus hatillos, deja la puerta abierta a nuevos cuentos tradicionales que quizá podremos experimentar de forma similar.